Mikel ZUBIMENDI
DONOSTIA
Elkarrizketa
JOSÉ LUIS ELKORO
ENCARCELADO POR EL «CASO EGIN»

«Los golpes más duros, el fracaso de Txiberta y el cierre de ‘Egin’»

Multifacético, espiritual y emprendedor, Elkoro siempre ha vivido comprometido con su tiempo y con su comunidad. En sus primeras horas en libertad, repasa con GARA sus vivencias y pensamientos desbordando humildad y humanidad.

Es un privilegio entrevistar a una persona que ha sido testigo y protagonista de muchos de los acontecimientos políticos más relevantes de Euskal Herria de las últimas décadas. José Luis Elkoro está en forma, y con una humildad y una humanidad desbordante repasa sus vivencias que, en muchos casos, ponen los sentimientos a flor de piel. Su experiencia es patrimonio colectivo y los avatares de su vida son un buen resumen de lo que ha vivido este país.

Elkoro es una persona multifacética: empresario con talento, alcalde querido por sus convecinos, fundador de Herri Batasuna y de “Egin”. Recién liberado a sus 80 años, ha conocido el terrorismo de Estado, ha visto morir en sus brazos a compañeros como Josu Muguruza, a amigos de mil fatigas con los que compartió todo, como Santi Brouard y Xabier Galdeano. «Fueron golpes terribles, pero en vez de debilitarme me fortalecieron. No me achicaron, las asumí con mucha entereza sin detrimento para mi personalidad o mi compromiso».

Sin duda, las ha visto de todos los colores. A lo largo de su vida, se ha codeado con las figuras más emblemáticas de la política de Euskal Herria. Íntimo amigo y confidente de Telesforo Monzón, en su trayectoria se han cruzado figuras históricas de ETA como Argala y Txomin, burukides del PNV como Juan de Ajuriagerra y Xabier Arzallus, dirigentes del PSOE como Ramón Rubial y Txiki Benegas o franquistas reconvertidos en «demócratas» como Rodolfo Martín Villa o Adolfo Suárez.

Un hilo que todo lo une

Nacido en 1935 en Elgeta, pueblo que vivió la épica resistencia contra los fascistas de miles de gudaris en Intxorta, su vida quedó marcada por la guerra. La casa de su padre fue destruida en un bombardeo de la aviación fascista y, como eran una familia grande, tuvieron que dividirse e irse a vivir a dos caseríos. Escuchándole, uno se pregunta cómo se puede sostener el relato de que el conflicto surge con ETA, de que la historia empieza en 1959. Los recuerdos le vienen uno detrás de otro: «me acuerdo mucho del hambre. Eramos siete hermanos y nos repartíamos un pedazo de pan para todo el día y, como era el más pequeño, a veces me lo quitaban. Comer arroz era un lujo y comíamos pollo una vez al año. La falta de comida era terrible».

Luego lo enviaron a estudiar a los Corazonistas de un Gasteiz que le pareció «como Burgos», «lleno de frailes y militares». No sabía hablar castellano y como a los de Eskoriatza, a los de Bergara o a los de Eibar, a él también le llamaban «el vasco».

De vuelta a casa empezó a trabajar en el taller de su padre y, tras la muerte de este abrió su propio taller, que luego se convirtió en una puntera y pujante empresa. Elkoro tiene un sentido innato para el emprendizaje, un genio empresarial indudable. ¿Quizá le viene de ahí ese espíritu para comprometerse en mil proyectos? Se lo preguntamos directamente. «Siempre hay un hilo que lo une todo. La lección más importante que saco del mundo empresarial es lo fundamental que es rodearte de un buen equipo. Allí donde he estado siempre he estado rodeado de gente de mucho valor y de buenos valores. Y luego está la constancia. Cuando apuestas por un proyecto, por un producto, es clave ser constante. La constancia es el camino.»

Txiberta, «la oportunidad»

Desde muy joven compatibilizo la empresa con una vocación de servicio al pueblo. En el postfranquismo es elegido alcalde de Bergara y desde conseguir la primera ambulancia para el pueblo hasta hacer que fuera el primer ayuntamiento donde ondeó la ikurriña, siempre ha estado metido en mil salsas. Servir a todos sus convecinos, «voten lo que voten, piensen lo que piensen», ha sido para él «un honor». «Tuve la fortuna de vivir una época en la que estuve por encima de condicionamientos partidistas. Y fue eficiente. En esa época Bergara prosperó mucho y aún hoy en día la construcción del pueblo se está haciendo en muchos aspectos sobre las bases que se pusieron entonces. La segunda vez como alcalde fue muy diferente, ya estábamos elegidos por partidos y eso condiciona. Eso limita mucho el potencial y la capacidad de los ayuntamientos».

Dinamizó el Movimiento de los Alcaldes en un momento donde los partidos políticos eran inexistentes o muy débiles. Se las vio con mandos de la Guardia Civil, con gobernadores, con ministros como Martin Villa... en una época donde había mucha unidad y grandes expectativas de dar relieve a una idea de país «sobre la base de un estatuto actualizado de Lizarra». Trabajaron duro por legalizar la ikurriña, por liberar a los presos, por el euskara, por una autonomía a cuatro.

El grupo de alcaldes participó en Txiberta y fue un interlocutor con Madrid. La pregunta es obligada: ¿Cómo recuerda aquella oportunidad perdida? ¿Alguien imaginó que el conflicto se alargaría casi otras cuatro décadas? «No, no nos lo imaginábamos ninguno. El pueblo vasco veía el final del agujero negro del franquismo. Salíamos con expectativas reales de logros, alimentadas con mucha ilusión y esperanza. Era algo que se respiraba en el pueblo. Txiberta fue fruto de ese tiempo, de esa atmósfera. Había un problema que era el de ETA que había que solucionar, todos estábamos de acuerdo en que había que solucionarlo, incluso los de ETA también. Txomin y Argala estaban deseosos de ello. Pero, lógicamente, ellos habían hecho una dura apuesta para conseguir un objetivo y no iban a ceder en sus aspiraciones sin obtener ningún resultado. Pero había un deseo sincero y era un deseo motivado y fundado. Txiberta fue para mí la mejor ocasión que hemos tenido como pueblo desde el posfranquismo. Previamente a Txiberta, Telesforo Monzón había tenido contactos con ETA y con el PNV, y ambos se mostraron dispuestos a reunirse y a acordar. Entre otros acuerdos estaba que ETA dejara las armas. Era lógico pensar que aquella era la buena, que iba tener éxito. Y fracasó. ¿Por qué? Porque el PSOE engañó al PNV. ¿Cómo? Mediante el ‘Pacto Autonómico’».

Mimar nuestros valores

El fracaso de Txiberta le dejó muy tocado personalmente. «Me desilusioné mucho con el PNV». Hablamos de la marcha actual del PNV, de la vuelta a la «formula Ardanza», y la no cooperación con los abertzales de izquierda. «Es desconcertante la línea actual del PNV. Tras 40 años conviene hacer una reflexión. Me acuerdo del acto del 21 de julio de 1976 en Bergara. Había una multitud de gente, gudaris del 36 y gudaris de después, allí estaban la viuda de Jose Antonio Agirre y la de Telesforo Monzón, Arzallus y Garaikoetxea... Todos acogieron con mucha ilusión aquel acto. Básicamente se pedía libertad la de los presos, oficialidad del euskara y un estatuto actualizado sobre las bases del Estatuto de Lizarra de 1931. Después de 40 años, veo que los presos siguen presos, el euskara no está para echar cohetes y sin la labor de las ikastolas igual ni teníamos euskara y cómo nos imponen desde Madrid la autorización para una chocolatada y para tirar un cohete...»

No duda en afirmar que Madrid nunca da una competencia sin recibir nada a cambio, y que una vez que te la da, luego te la quita o te la reduce. «Pasará con el Concierto Económico también y con competencias que algunos creen blindadas. En ese esquema, nuestra capacidad como país es nula.»

Insiste en su reflexión: «lo peor de esto es que como pueblo estamos divididos, Somos un pueblo muy pequeño que dividido es muy débil. Para hacer algo potente hay que unirse».

Como fundador de Herri Batasuna valora que «hemos pasado por momentos muy difíciles. Hemos estado ilegalizados, marginados y hemos tenido capacidad para superar esas situaciones. Eso denota que tenemos mucha fuerza, un poder impresionante. Lo hemos demostrado, por ejemplo, en la gestión de muchos ayuntamientos y de la Diputación de la legislatura anterior. Hemos sido ejemplares, habremos tenidos fallos, pero hemos dejado una estela de buen hacer y de honestidad. Ese es nuestro valor, hay que cuidar con mucho mimo nuestros valores. Tenemos déficits de cómo canalizar esos valores para sacarles más rendimiento».

Otra de sus criaturas más entrañables fue el diario “Egin”. Le preguntamos si puede entenderse este país sin la visión y la cohesión de la comunidad abertzale de izquierdas que vehiculizó “Egin”. «El periódico ha sido fundamental. Antes con “Egin” y ahora con GARA. Es un soporte sobre todo para nuestra comunidad, para el país. Disponer de un periódico libre es un lujo, es otro valor impresionante. “Egin” soportó a un movimiento, dio voz a los sin voz, era un periódico muy incómodo».

Para él aquello tuvo un coste enorme. «Estaba preso con la Mesa Nacional en Martutene y para mí fue un golpe terrible, junto con Txiberta el que más efecto me hizo en mi vida política. Nunca pensé que 40 años después de la muerte de Franco, recuperaría la libertad tras haber estado preso por fundar un periódico».

Elkoro ha sido un confidente de muchos líderes de la izquierda abertzale y de personas referenciales del país. Pedirle consejo, consultar planes y visiones, compartir experiencias han sido una constante. Comentamos cuáles son sus planes de futuro, si piensa dedicar más tiempo a los suyos, a sus nietos, a cultivar sus hobbies y a tener una vida fluida y cómoda. Responde rápido, claro y con seguridad: «Tengo idea de seguir en activo. Con 80 años no estoy para cargos y estructuras Pero allí donde pueda aportar, aportaré».