Alberto PRADILLA
Atenas

Resignación en los bancos a la espera de un acuerdo

La extensión del control de capitales hasta el jueves no pilló a nadie desprevenido. Aunque el Gobierno griego había asegurado que hoy estarían los bancos abiertos, los ciudadanos tienen claro que no ocurrirá hasta que haya acuerdo. Así que se resignan.

Todo el mundo quiere una solución pero esta no llegará hasta que se produzca un pacto en Bruselas. Stathis Panitsiadis, que trabaja en impresión 3D, se muestra cauto frente a la oficina bancaria del centro de Atenas donde ha acudido a sacar los 60 euros máximos que permite el control de capitales impuesto desde hace una semana. No lo consigue porque no hay dinero. Son las 17.00 horas y pocos minutos antes se ha conocido que el Banco Central Griego mantendrá el «corralito» hasta el jueves. Es decir, que mañana y pasado se mantiene el límite en los cajeros y la prohibición de que mover capitales al extranjero. En la calle la noticia se acoge con tranquilidad. La gente se ha adaptado y se ha extendido la resignación: saben que los bancos no volverán a funcionar hasta que no haya un pacto entre Atenas y la Troika. Los problemas podrían dispararse en caso de que el Banco Central Europeo (BCE) use la falta de liquidez como método de presión. Es decir, lo que ha hecho hasta ahora. Si el bloqueo se mantiene ya no se pondrá en peligro la economía de bolsillo sino que habrá riesgo de escasez de bienes vitales.

«A mí me da igual. Estoy harto. Creo que lo mejor sería salir del euro. Llevamos cinco años sufriendo y, pase lo que pase, seguro que dentro de cinco meses nos imponen recortes más duros. Prefiero sufrir al principio y luego poder salvarnos». Dimitris rompe el consenso europeísta cerca de Omonia, en un cajero ubicado casi al lado del Ministerio de Economía. George, por el contrario, cree que hay que llegar a un compromiso, incluso si este no es del todo bueno para los intereses griegos. «En realidad no creo que nada vaya a cambiar», asegura. Tras la euforia del domingo en Syntagma llega, nuevamente, la resignación. Se extiende la idea de que, por mucho que la ciudadanía vote, es Bruselas o Berlín el que tiene la última palabra.

Transacciones exteriores paralizadas

Pese a las esporádicas colas, el proceso de sacar dinero se realiza con normalidad, dentro de la limitación. «Hoy la gente está más tranquila que la semana pasada», argumenta Marios, que es evidente que forma parte del sector acaudalado. Su problema es que tiene contratado un seguro con una compañía extranjera, debe realizar el pago hoy y el control lo impide. No es el caso de la mayoría. Aunque es verdad que para las empresas dedicadas a importación y exportación el «corralito» supone una amenaza: si se mantiene tendrán que detener su actividad porque las transacciones con el extranjero están vetadas. Las empresas farmacéuticas, por ejemplo, ya han exigido que se ponga en marcha un plan de contingencia para garantizar reservas de medicamentos.

«Los jóvenes no tenemos dificultades. todos tenemos tarjeta de débito y esta funciona sin problema. Quienes lo están pasando peor son los pensionistas, que tienen su dinero en efectivo y semanalmente tienen que hacer grandes colas», explica Stathis Panitsiadis. Hay que tener en cuenta que, según fuentes de Syriza, el 92% de las cuentas disponen de menos de 10.000 euros. Es decir, que los ricos ya se han llevado el dinero y quienes tenían algunos ahorros también los han dividido entre la sucursal y el colchón.

Por el momento, los estantes de los supermercados están llenos y los productos que se gastaron la semana pasada se reponen con normalidad. Es decir, que no hay escasez. Pero la situación tampoco debería estancarse. Marios, que no defiende el «corralito», llama la atención sobre el hecho de que, sin esta medida, «el poco dinero que hay en los bancos se sacaría fuera». Además, teme que las discrepancias con la Troika puedan provocar que se cierre completamente el grifo. Esto llevaría a la maltrecha economía griega rápidamente al colapso. «Por ahora no hay pánico», remarca Alexis, otro joven que vuelve sin poder sacar dinero. Al menos dos días más, la Espada de Damocles sigue sobre la cabeza de los bancos.