Karlos ZURUTUZA
Elkarrizketa
ALLAH NAZAR
COMANDANTE EN JEFE DEL BLF DE BALUCHISTÁN

«Estamos sufriendo un genocidio a manos de Pakistán»

El pasado 1o de abril medios de prensa aseguraban que 20 trabajadores de la construcción habían sido asesinados por el Frente de Liberación Baluche (BLF). GARA contactó con Allah Nazar, comandante en jefe del BLF, para escuchar su diagnóstico sobre uno de los conflictos más silenciados del mundo.

«¿Si fueran simples civiles por qué habrían de estar protegidos por los Cuerpos de Frontera (paramilitares) y otras unidades armadas?», acotaba Allah Nazar vía telefónica. Visiblemente enfadado, Nazar calificaba la versión aportada por Pakistán de «pura propaganda contra el movimiento de liberación baluche». E insiste: «eran trabajadores de la Organización de Trabajos Fronterizos (FWO), un organismo vinculado al Ejército paquistaní».

Los baluches habitan un territorio del tamaño de Francia que esconde enormes reservas de oro, gas y uranio. A ello se une su importancia estratégica, como encrucijada de numerosos proyectos energéticos y con 1.000 kilómetros de costa a las puertas del Golfo, que incluye un puerto de aguas profundas.

En agosto de 1947, tras la retirada británica de la región, los baluches de Pakistán declararon su independencia pero Islamabad anexionó su territorio en marzo de 1948. «La guerra comenzó entonces pero Pakistán ha incrementado su intensidad en los últimos 14 años a través de una política brutal de desapariciones forzosas», relata Nazar, antes médico en Quetta (capital de Baluchistán Este) y hoy uno de los rostros más conocidos de la insurgencia baluche.

Durante una comparecencia ante el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, el pasado mes de marzo, T. Kumar, director de abogacía internacional de Amnistía Internacional acusó al Gobierno de Pakistán de patrocinar una «política sistemática de desapariciones forzosas, torturas y ejecuciones sobre el pueblo baluche», a la vez que denunció el silencio de la Comunidad Internacional hacia las mismas.

Se trata de un análisis suscrito en agosto de 2014 por la Comisión Internacional de Juristas, Amnistía Internacional y Human Rights Watch, organismos que hicieron un llamamiento conjunto al Gobierno de Pakistán para que interrumpa una «deplorable campaña de secuestros y desapariciones sin que se informe del paradero de las víctimas». Su número exacto es un misterio pero organizaciones de Derechos Humanos como la Voz para los Desaparecidos Baluches lo sitúa en torno a 20.000 desde el año 2000.

Nazar habla de los desparecidos pero también menciona a los miles de desplazados a causa, dice, por causa de los bombardeos del Ejército pakistaní, o de políticas de deportación forzosa. «Solo durante este mes de abril el Ejército ha quemado más de 200 casas en Mashkay (región natal de Nazar) y ha matado a 25 baluches inocentes», asegura el guerrillero.

Y el derramamiento de sangre continúa. El día 13 saltaba la noticia de que el Ejército pakistaní había matado a 13 miembros del BLF que habrían participado en el ataque del viernes anterior, y entre los que se incluiría un destacado comandante del grupo insurgente. «Es todo ridículo», exclama Nazar, antes de dar su versión de los hechos: «Fueron cinco. El supuesto ‘comandante Hayat Baloch’ al que apuntaban las fuentes militares no era más que un pobre baluche que llevaba paralítico dos años tras haber recibido un tiro en la espalda. Los otros cuatro cuerpos pertenecen a gente que había sido ‘desaparecida’ hace un año por las agencias de seguridad pakistaníes», matiza el guerrillero.

Los 20 individuos ejecutados por el BLF trabajaban en las obras de la autopista de Gwadar. Se trata de una zona especialmente sensible debido a un controvertido proyecto chino-pakistaní que permitiría a Pekín controlar el puerto de aguas profundas de Gwadar, y que se quiere inaugurar a finales de este mes.

Miedo a las aguas profundas

Los baluches temen que dicha infraestructura convierta a la ciudad costera en una megalópolis similar a Karachi, atrayendo a millones y convirtiendo a los baluches en minoría en su propia tierra (Karachi pasó de tener 200.000 habitantes en 1947 a los cerca de 25 millones en 2015).

«El futuro es sombrío pero el proyecto de Gwadar hace tiempo que lleva trayendo la desgracia a nuestro pueblo», asegura Nazar. «Sin ir más lejos, decenas de miles de individuos han sido obligados a abandonar las aldeas cercanas a la autopista que lleva al puerto. Son más de 45.000 los obligados a abandonar su casa en esa región».

Nazar insta «a todas aquellas multinacionales que intentan establecerse en Baluchistán en nombre de los imperios coloniales» a cesar sus actividades e insiste en que el Movimiento de Liberación Baluche seguirá «defendiendo su tierra de toda agresión». Aparentemente son muchas: «El Ejército y los servicios de inteligencia paquistaníes son los principales responsables del germen del islamismo radical en Baluchistán: por un lado buscan desviar la atención sobre nuestras reivindicaciones nacionales y, por otro, utilizan a extremistas islámicos para destruir nuestro movimiento», denuncia Nazar. El comandante baluche asegura que son las mismas fuerzas de seguridad paquistaníes las que han posibilitado la existencia de hasta seis campos de entrenamiento del Estado Islámico en Baluchistán bajo control de Pakistán.

Peter Chalk, reconocido analista político de la estadounidense Rand Corporation confirmó a GARA la existencia de grupos islamistas desplegados en Baluchistán como Lashkar-e-Jhangvi y Tehrik-e-Taliban, ambos afines al Estado Islámico.

Antes de acabar la entrevista, Nazar aprovecha para lanzar un mensaje de socorro: «Queremos que el mundo civilizado, que todos aquellos que creen en la raza humana sepan que nuestro pueblo está sufriendo un auténtico genocidio a manos de Pakistán; queremos que lo sepan y que actúen en consecuencia».